sábado, 1 de septiembre de 2012

EL AMOR NO PASARA JAMAS



1a. CARTA DEL APOSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS  
12,31- 13,8
 

..."Hermanos: aspiren a los dones de Dios más excelentes.  Voy a mostrarles el camino mejor de todos.  Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, no soy más que bronce que resuena o platillos que aturden.  Aunque tuviera el don de profecía, penetrara todos los misterios, poseyera toda la ciencia y mi fe fuera tan grande como para cambiar de sitio las montañas, si no tengo amor, nada soy.  Aunque repartiera en limosnas todos mis bienes y aunque me dejara quemar vivo, si no tengo amor, de nada me sirve.  El amor es comprensivo, el amor e servicial y no tiene envidia; el amor no es presumido ni se envanece; no es mal educado ni egoísta; no se irrita ni guarda rencor; no se alegra con la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, soporta sin límites.  El amor no pasará jamás"...


martes, 5 de junio de 2012

CARACTERISTICAS Y CONSEJOS PARA LA ORACION




Características de la Oración:

-La oración se dirige a Dios y no necesita de muchas palabras: Él conoce lo que nos pasa. 
-La oración debe ser perseverante: tener paciencia en establecer ese diálogo con Dios.
-La oración debe ser insistente: no abandonarla a la primera sino insistir.
-Para orar es necesario ser humildes: es enriquecerse partiendo de nuestra pobreza para abrirnos a la riqueza de Dios.
-La oración es poderosa: se pueden observar en la Iglesia muchos imposibles conseguidos por la oración.
-La oración es confiada: al orar se tiene la certeza de que Dios no nos va a fallar y esto debe transformar nuestra vida.
-La oración, siempre debe estar precedida del perdón: antes de orar debemos limpiar nuestro corazón.
-La oración es necesaria para no caer en tentación: nos fortalece para vivir siempre cerca de Dios.




Consejos para la Oración:

Cuando comencemos a orar es muy conveniente hacer un ejercicio de reflexión para preparar nuestro corazón. Consiste en detenernos un momento a pensar que es lo que estamos haciendo, con quién estamos hablando

Dedicar cada día unos minutos a la oración personal. Así como dormimos, comemos, trabajamos y descansamos, la oración debe formar parte de nuestra vida diaria.  

Algunas recomendaciones prácticas que cada persona puede adaptar a su estilo de vida: 

- Lugar: Escoger un lugar específico para orar. No importa cuál sea, mientras nos ayude a obtener el silencio interior que necesitamos. 

- Horario: Revisar nuestro horario y escoger para la oración un momento en el que nos encontremos en paz y no tengamos muchas ocupaciones y que tampoco nos encontremos muy cansados. Procurar que esta hora sea siempre la misma y mantenerla fija lo más que se pueda. 

- Postura: La postura es importante, mas no indispensable. La oración no es cuestión de ejercicios físicos, es algo espiritual. Cada quien puede adoptar la postura que quiera, ya que cada persona experimenta las cosas de manera distinta. Nos pueden ayudar algunos ejercicios de relajación y de respiración, pero sin convertirse en el fin de nuestra meditación.


MIS OVEJAS ESCUCHAN MI VOZ



1. Ya Pablo ha sido elegido por Jesús resucitado, -¡qué adquisición!-, y viaja con Bernabé a la patria de éste, Chipre. Desde allí, llegan a Antioquía de Pisidia, en Anatolia, lo que hoy es Turquía asiática. Pablo y Bernabé van el sábado a la sinagoga. Después de la lectura, los jefes les invitaron a hablar. Tomó Pablo la palabra, e hizo una rápida síntesis de la historia de la salvación. Los judíos les invitan a que vuelvan a hablar el próximo sábado: "Permaneced fieles, les despiden, a la gracia de Dios". Lleno impresionante el siguiente sábado: "Casi toda la ciudad se congregó para oír la palabra de Dios" Hechos 13,14. Los Apóstoles rebosan de alegría. Los judíos se recomen de envidia. Contradicen su predicación y les insultan. Así acontecía el rechazo general de los judíos al Evangelio. Pablo decide: "A vosotros había que anunciar antes que a nadie la palabra de Dios; pero ya que la rechazáis y no os juzgáis dignos de la vida eterna, nos vamos a los gentiles".

2. El rechazo del evangelio en la sinagoga, se extiende a la ciudad, incitado por los judíos que sublevaron a las mujeres distinguidas y devotas, y promovieron un motín contra Pablo y Bernabé. "Ya comienza a alborotarse el demonio, algo le trae", decía Teresa de Jesús. Pero esta oposición es providencial. Dios escribe con renglones torcidos, que no son torcidos. De hecho la palabra del evangelio comienza a abrirse paso entre los paganos. Es su destino. La universalidad. "Dios quiere que todos los hombres se salven" (1 Tim 2,4). No escucharon porque no eran ovejas de Jesús.

3. Lo mismo había ocurrido con Jesús. Los judíos que no aceptaban su palabra, murmuraban, como el antiguo pueblo de Israel. Murmurar es no querer creer. Con la murmuración, con el rechazo a la palabra, se impide el movimiento de atracción del Padre hacia Jesús, su revelador. Mientras Jesús atrae exteriormente con sus palabras y signos, el Padre atrae actuando en el interior por la gracia de su Espíritu. Las tres lecturas de hoy nos hablan del gran don de la Pascua: la vida eterna, vida que ya poseemos ahora y que esperamos conseguir plenamente en el cielo. Decía Santa Teresita: “No sé qué poseeré más en el cielo. Todo lo tengo ya aquí”. Le falta la plenitud en la visión y en el gozo del amor. Por eso al morir dice: “Yo no muero. Entro en la Vida”. Proclamemos que la vocación del cristiano es la vida eterna, vocación que no sólo no excluye, sino que implica con mayor ahínco y tenacidad nuestra lucha en la tierra para construir un mundo mejor donde reine la justicia, la paz, el amor, como frutos de santidad.

4. Los convertidos de Antioquía de Pisidia aceptaron llenos de alegría la palabra de Dios que los llamaba a “la vida eterna”, conquistada y prometida por el buen Pastor: “Yo doy a mis ovejas la vida eterna”. El Apocalipsis nos dice poéticamente la realidad de esta vida eterna, la bienaventuranza final. San Juan nos presenta su visión de una muchedumbre inmensa, marcados en la frente con “el sello del Dios vivo” significando que están bajo su protección. El número de los marcados es de 144.000, o sea, 12.000 por cada una de las 12 tribus del nuevo Israel. No es un número cerrado, como pretenden algunas sectas, sino un número convencional de la totalidad del pueblo de Dios, según el simbolismo de las cifras, constante en el Apocalipsis.

5. Después, el águila de Patmos nos traslada al cielo y nos muestra la muchedumbre de señalados llegados ya a la meta después de haber combatido victoriosamente en la tierra. Y describe su felicidad con el único lenguaje posible e inteligible, el de las imágenes alegóricas. Enumera los signos de la bienaventuranza de “los que vienen de la gran tribulación”. Es el contraste entre las penalidades de esta vida y la felicidad de la otra. Los salvados visten “túnicas blancas”, símbolo de pureza, limpieza y santidad. Esta preferencia por el color blanco se explica por el carácter litúrgico del libro, pues la túnica blanca o “alba” era de uso común en la liturgia hebrea y cristiana. Llevan “palmas en sus manos”, emblema de triunfo, de victoria y de alegría, típico en la fiesta judía de las Tiendas o Tabernáculos. Están “ante el trono de Dios”. La visión de Dios es el elemento esencial de la bienaventuranza, el objetivo supremo de la esperanza cristiana. “Le dan culto en su santuario”. En el santuario del templo de Jerusalén únicamente podían entrar los sacerdotes. En el cielo, todos los salvados están dentro del santuario porque son un pueblo sacerdotal (Ap 5,10). “Y Dios acampará entre ellos y desplegará su tienda sobre ellos”, como el jeque beduino que acoge bajo la sombra de su tienda al peregrino que cruza el ardiente desierto. ¡Seremos Huéspedes de Dios bajo su tienda en comunión de vida y de amor, espirando al Espíritu Santo, en las mismas acciones de la Vida Trinitaria! Allí estará inmortalmente reunida la familia de los hijos de Dios en la casa del Padre celebrando permanentemente las bodas de amor de su Hijo con su esposa la Iglesia: “¡Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero!” (Ap 19,9). El amor es festivo. Allí ya no existirán aquellos sufrimientos que atormentaron al pueblo de Dios en su travesía por el desierto, pues, “ya no pasarán hambre ni sed, ni les hará daño el sol ni el bochorno”. Es un amor sin divorcio, sin malos tratos, sin temor a perderlo. «Yo no te fallaré nunca. Aunque una madre se olvidara del hijo de sus entrañas, yo te llevo en mis palmas». (ls. 49, 15). Jesucristo, el Buen Pastor: “El Cordero que está delante del trono los apacentará”. Cordero convertido en Pastor.
Con esta misma imagen expresa Jesús en el evangelio su solicitud amorosa por los suyos: “Como pastor pastorea su rebaño: recoge en sus brazos los corderitos, los lleva en su regazo, cuida las madres” (Is 40,11). Busca la oveja perdida y la carga sobre sus hombros y se compadece del pueblo, pequeño rebaño, a quien ve como ovejas sin pastor. “Yo soy el buen Pastor. Yo conozco mis ovejas y les doy la vida eterna”. En Europa apacientan los toros y las vacas para comer su carne. En Israel pastorean las ovejas para aprovechar su leche y su lana, y por eso permanecen mucho tiempo con el pastor, que les toma cariño, conoce su carácter y hasta las llama por el nombre que el mismo pastor les ha impuesto. El Buen Pastor sabe quién somos cada uno, nuestro carácter y temperamento, nuestra vida y nuestros trabajos, defectos y también nuestras cualidades positivas. Nos tiene en cuenta. Previene, envía a nuestros ángeles con conocimiento de nuestra situación habitual y de cada ocasión. Y el buen Pastor los conduce hacia “fuentes de agua viva”. Y “Dios enjugará las lágrimas de sus ojos que las tribulaciones les hicieron derramar”.

6. Somos un pueblo peregrino en marcha hacia la meta final, donde la fe se convertirá en visión, la esperanza en posesión, el dolor en gozo, el destierro en patria. Pero bajo la tienda de Dios “no pasarán hambre ni sed” los que en este mundo hayan apagado el hambre y la sed de sus hermanos; y “Dios enjugará las lágrimas” de los que en este mundo hayan enjugado las lágrimas de sus hermanos con la práctica de las obras de misericordia: “Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; estaba enfermo, y me visitasteis... En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis... E irán los justos a la vida eterna”.

7. Nos narra San Juan que los judíos estaban inquietos por el origen de Jesús y se lo manifiestan: - "Si eres el Cristo, dínoslo claramente de una vez". - "Os lo he dicho con toda claridad y no me habéis creído". Tenéis ante vuestros ojos mis credenciales, mis obras. Pero no me creéis porque no sois de las ovejas de mi rebaño, pues "Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen" Juan 10, 27. Los que escuchan su voz están abiertos al proyecto de Dios y lo miran con simplicidad, sin condicionarlo ni prejuzgarlo. Para comprender a alguien es necesario sintonizar con él, poseer una mínima afinidad con él, simpatizar con su persona y escucharle atentamente para poder comprender lo que nos dice o intenta transmitirnos. Poco a poco, contando con el factor tiempo, el que así escucha, acaba no sólo por entenderle, sino por identificarse con él.

8. Ocurre en Palestina donde hay muchos y distintos rebaños. Cuando llega el pastor por la mañana al redil, donde la noche anterior diferentes pastores han encerrado sus propios rebaños, comienza a llamar a las ovejas, y cada una reconoce la voz de su pastor. ¿Es fácil reconocer la voz del pastor? Para las ovejas sí lo es. El timbre de una voz queda grabado en el oído de las ovejas a fuerza de tanto oírlo y de sentir una querencia por él. Nosotros tenemos a nuestro alcance la posibilidad de oír cuantas veces queramos la voz del Pastor.

9. "Las ovejas oyen y conocen su voz". Escuchan la palabra de Dios, que levanta el alma caída, desinfla la hinchada, corta lo superfluo, suple lo defectuoso y sana las almas. Porque es espada de dos filos (Hb 4,2), que corta lo que estorba y lo que impide el crecimiento. No nos cansemos de oír su palabra. Cuando leemos la Escritura es la voz de Jesús la que nos habla, es su misma palabra la que escuchamos. Por eso quien desconoce la Escritura desconoce a Cristo (ambos Testamentos) dice San Jerónimo. Pero hay que conocerla genuinamente, e integralmente, no leerla ni funtamentalísticamente, ni selectivamente y a retazos, discriminando y eliminando los más exigentes, teniendo en cuenta el género literario y la cultura en que se escribió. Para captar el mensaje de la Escritura, es necesario oír su explanación o exégesis. Y, sobre todo, orar la Escritura: "El Espíritu os enseñará toda la verdad" (Jn 16,13). Un paso más será conocer a los Santos Padres, que gozaron de un carisma especial para su interpretación: "Dios les dio una sabia perspicuidad para penetrar en el valor de la palabra revelada" (Card. Herrera). Y conocer a los místicos, a los nuestros sobre todo: San Juan de la Cruz y Santa Teresa. Y escuchar el Magisterio de la Iglesia. En el Sínodo del Concilio, afirmaron los Padres sinodales: "La Iglesia se prepara para el año 2000 celebrando los Santos Misterios de Cristo bajo la Palabra de Dios para la salvación del mundo".

10. Las hagiografías de los grandes cristianos que vivieron con heroísmo la Palabra, son un espléndido manjar y sustancioso, que no podemos despreciar: La Iglesia ha puesto en el candelero a Santa Teresita del Niño Jesús, Nueva Doctora de La Iglesia, luz para la modernidad. Y a otros muchos, innumerables.

11. Pero hay que oír su voz también en los acontecimientos y en las vicisitudes por las que estamos pasando, o por las que hemos de vivir. También le hemos de escuchar en lo que nos dice un hermano o la comunidad, o en el consejo que cualquiera pueda darnos. No nos creamos portadores seguros y únicos de la verdad, que nos estrellaremos y sembraremos de sal el campo de la Iglesia, queriendo acaparar, y apagaremos el Espíritu.

12. "Yo las conozco". El nos conoce a fondo, tal como somos y sin las caretas que nos ponemos para vivir en sociedad. "Y ellas me siguen". No se trata pues de tener un conocimiento conceptual y teórico de Jesús, sino de seguirle vitalmente, caminando con él, rastreando sus huellas: "El que quiera venir en pos de mí, tome su cruz cada día, y que me siga" (Mt 10,38). Los oyentes de Jesús, todos oían, pero no todos escuchaban, ni menos, no todos practicaban. Por eso dijo: "No todo el que dice: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos; sino el que cumple la voluntad de mi Padre" (Mt 7,21).

13. "Y yo le doy la vida eterna". Quiere que vivamos para siempre con él. Cuando dos se aman sienten horror de tener que separarse algún día. Cuentan los días y los minutos. Alejandro Casona en “Corona de amor y muerte» dice en el acto 3.° «Diez años. Pero ¿sabes, lo que son diez años felices de mujer? No, pobre Pedro, ni lo sospechas siquiera. Son tres mil días de angustia entre todos los miedos posibles: el de perder la juventud y la belleza, el de no en¬contrarte una mañana al despertar, el de sólo pen¬sar que dejaras de quererme. Y, a veces, el más terrible y estúpido de todos: el miedo de que algún día, sin saber cómo, pudiera dejar de quererte yo». (Madrid 1967). A Jesús nadie podrá arrebatarle de la mano al que él conoce y ama y le da la vida. Imaginad una mano grande. Imaginad que cada uno de nuestros nombres están tatuados en esa mano: "En mis manos te llevo tatuada" (Is 49,16). Cuando alguien quiere quitarle nuestro corazón de su mano El nos aprieta más fuerte y no nos suelta. Y da como la razón de esa unión con él: "que mi Padre me las ha dado". Es la respuesta de un niño, cuando queremos quitarle algo de su mano, aunque sea jugando: Me lo ha dado mi padre. Y como yo y el Padre somos uno, tampoco nadie podrá arrebatarlas de la mano de mi Padre. Fieras salvajes, lobos y hienas, causaban espanto a los pastores. Esa era la hora de conocer al pastor genuino y auténtico. Al que apacentaba por el salario y al que lo hacía por amor. Aquél huía ante las fieras, éste las defendía con la honda, el báculo, a brazo partido. Jesús, el Buen Pastor no deja a sus ovejas en las garras del león. Muere en la cruz por salvar sus ovejas, nosotros. Jesús nos comunica su unión íntima e inefable con el Padre, llena a rebosar de cariño y de ternura. Y con ese amor, la mano de los dos nos tienen aprisionados con afecto inenarrable, que hemos de agradecer y pedir que crezca para nuestra fidelidad y gloria de los dos. 


14. Como "ovejas de su rebaño" Salmo 99, esperamos, pasada la gran tribulación, lavados y blanqueados nuestros mantos en la Sangre del Cordero, ser conducidos hacia fuentes de aguas vivas. "Allí Dios enjugará las lágrimas de nuestros ojos" Apocalipsis 7, 9. A esa fuente de aguas vivas venimos hoy a beber en la Eucaristía, "donde hace el universo nuevo", acompañados por la celestial Madre del Buen Pastor.


viernes, 1 de junio de 2012

EL ÁNGELUS


El Ángel del Señor anunció a María.
Y ella concibió por obra del Espíritu Santo.
Ave María...

He aquí la esclava del Señor.
Hágase en mí según tu palabra.
Ave María...    
      
La palabra se hizo carne.
Y acampó entre nosotros.
Ave María...

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Oremos
Derrama, Señor tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz a la gloria de la resurrección.
Por Cristo, nuestro Señor.

Amén.


OFRECIMIENTO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESUS



¡Divino Corazón de Jesús! 
Por medio del Corazón Inmaculado de María, 
te ofrezco las oraciones, obras y trabajos de este día, 
para corresponder a tu gran amor. 

Te presento mi vida entera para que se haga tu voluntad 
y no la mía. 
Haz que toda mi persona contribuya a la construcción de tu Reino. 
Que mi corazón responda a los impulsos de tu Corazón. 
Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. 

Amén.


miércoles, 30 de mayo de 2012

¡QUIERO UN CORAZóN!


Quiero un corazón puro y verdadero.
Dulce como miel, fuerte como hierro.
Apacible, sencillo y temeroso de Dios.
Justo, fiel y sincero, intrépido, audaz y certero.

Que sienta el dolor ajeno como el propio.
Que sea desprendido, leal y risueño.
Dadivoso, agradecido y humilde; cálido y reconfortante.
Sabio y con capacidad de aprender.

Un corazón que sepa perdonar, abrirse y dar.
Que tenga la voluntad de no rendirse aún en la más negra encrucijada.
Que entienda que los momentos de lucha y de tristeza no son para siempre.

Necesito un corazón con la capacidad de rejuveneceré y regenerarse.
Que no tema al mañana y que sepa vivir el presente.
Un corazón que nunca se sienta satisfecho de hacer el bien y que nunca se canse de luchar contra la injusticia.

¡Mi corazón quiere ser positivo, darle espalda a lo negativo!


LAS ALAS DEL ESPIRITU SANTO




Dame, Espíritu Santo, tus alas de SABIDURIA.
Para apreciar, no tanto las letras con las que se es poderoso
en la tierra, cuanto el deseo de ver a Dios en las pequeñas
cosas de cada jornada. No es sabio quien sabe sino aquel,
que es consciente de que sabe poco.

Dame, Espíritu Santo, tus alas de INTELIGENCIA.
Para que pueda descubrir tantos secretos escondidos que,
aparentemente, son inapreciables a mi vista.
Que te vea en lo invisible.

Dame, Espíritu Santo, tus alas de CONSEJO.
Para que pueda conducir lo que digo y hago, lo que me dicen
y lo que me hacen, hacia la voluntad de Dios.
Que no me equivoque ni equivoque.

Dame, Espíritu Santo, tus alas de FORTALEZA.
Para que, en las dificultades en el vuelo de mi existencia cristiana,
me sienta protegido y arropado por la mano poderosa de Dios.

Dame, Espíritu Santo, tus alas de CIENCIA.
Para no anteponer la fe a la cultura, para iluminar
los acontecimientos del mundo con la transparencia de la fe.
Que no me acobarde cuando no me entiendan ni comprendan
mis planteamientos cristianos.

Dame, Espíritu Santo, tus alas de PIEDAD.
Para que nunca me olvide del Señor que habita en el cielo y,
por otro lado, para que no viva de espaldas a los sufrimientos
de los que viven en la tierra.

Dame, Espíritu Santo, tus alas de TEMOR DE DIOS.
Para que pueda huir de mi vanidad y egocentrismo y, en cambio,
sepa valorar la presencia de un Dios que –al final de mis días-
me espera. Que, sabiendo que Dios me aguarda, camine
en la tierra con la sensación de que no puedo permitir aquello
que me distancia de El.

P. Javier Leoz.


martes, 29 de mayo de 2012

MADRE DEL REDENTOR, VIRGEN FECUNDA



Madre del Redentor, Virgen fecunda
puerta del cielo, siempre abierta
estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza
y quiere levantarse.

Ante la admiracion de cielo y tierra,
engendraste a tu Santo Creador,
y permaneces siempre Virgen.

Recibe el saludo del angel Gabriel
y ten piedad de nosotros.

Amen.


domingo, 27 de mayo de 2012

DONES Y FRUTOS DEL ESPIRITU SANTO




Los siete dones del Espíritu Santo son:

Don de Ciencia, es el don del Espíritu Santo que nos permite acceder al conocimiento. Es la luz invocada por el cristiano para sostener la fe del bautismo. 

Don de Consejo, saber decidir con acierto, aconsejar a los otros fácilmente y en el momento necesario conforme a la voluntad de Dios. 

Don de Fortaleza, es el don que el Espíritu Santo concede al fiel, ayuda en la perseverancia, es una fuerza sobrenatural. 

Don de Inteligencia, es el del Espíritu Santo que nos lleva al camino de la contemplación, camino para acercarse a Dios. 

Don de Piedad, el corazón del cristiano no debe ser ni frío ni indiferente. El calor en la fe y el cumplimiento del bien es el don de la piedad, que el Espíritu Santo derrama en las almas. 

Don de Sabiduría, es concedido por el Espíritu Santo que nos permite apreciar lo que vemos, lo que presentimos de la obra divina. 

Don de Temor, es el don que nos salva del orgullo, sabiendo que lo debemos todo a la misericordia divina. 

Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David. Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas.


Los frutos el Espíritu Santo son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna.  La tradicion de la Iglesia enumera doce:


Caridad. 
Gozo. 
Paz. 
Paciencia. 
Longanimidad. 
Bondad. 
Benignidad. 
Mansedumbre. 
Fe. 
Modestia. 
Continencia. 
Castidad. 


Faltas contra el Espíritu Santo:

Desesperar de la misericordia de Dios. 
Presunción de salvarse sin ningún mérito. 
La impugnación de la verdad conocida. 
La envidia de los bienes espirituales del prójimo. 
La obstinación en el pecado. 
La impenitencia final.


jueves, 24 de mayo de 2012

DAME LA MANO



Oh desaliento del desconocer, 
hambrear, consumirse,
centro del hombre.


Tú, mi compañero,
triste de acontecer,
tú, que como yo mismo ansías lo que ignoras
y tienes lo que acaso no sabes,
dame la mano en la desolación,
dame la mano en la incredulidad y en el viento,
dame la mano en el arruinado sollozo,
en el lóbrego cántico.

Dame la mano para creer, puesto que tú no sabes,
dame la mano para existir, puesto que sombra eres y ceniza,
dame la mano hacia arriba, hacia el vertical puerto,
hacia la cresta súbita.

Ayúdame a subir, puesto que no es posible la llegada,
el arribo, el encuentro.
Ayúdame a subir puesto que caes, puesto que acaso
todo es posible en la imposibilidad,
puesto que tal vez falta muy poco para alcanzar la sed,
muy poco para coronar el abismo,
el talud hacia el trueno,
la pared vertical de la duda,
el terraplén del miedo.

Oh dame la mano porque falta muy poco
para saltar al regocijo,
muy poco para el absoluto reír y el descanso,
muy poco para la amistad sempiterna.

Dame la mano
tú que como yo mismo ansías lo que ignoras
y tienes lo que acaso no sabes,
dame la mano hacia la inmensa flor que gira en la felicidad,
dame la mano hacia la felicidad olorosa que embriaga,
dame la mano y no me dejes caer
como tú mismo,
como yo mismo,
en el hueco atroz de las sombras.


Carlos Bousoño.


¡Calma hermano. Todo tiene su tiempo!



Recuerdo una mañana en que yo había descubierto una crisálida en la corteza de un árbol en el momento en que la mariposa rompía la envoltura y se preparaba a salir.

Esperé un largo rato; pero tardaba demasiado, y yo tenía prisa. Nervioso, me incliné y me puse a calentarla con mi aliento. Yo la calentaba, impaciente, y el milagro empezó a realizarse ante mí, a un ritmo más rápido que el natural.

La envoltura se abrió, la mariposa salió arrastrándose, y no olvidaré jamás el horror que experimenté entonces: sus alas no estaban todavía desplegadas y con su pequeño cuerpo tembloroso, se esforzaba en desplegarlas. Inclinado sobre ella, la ayudaba con mi aliento…

En vano.

Era necesaria una paciente maduración y el despliegue de las alas debía hacerse lentamente al sol; ahora era demasiado tarde, mi aliento había obligado a la mariposa a mostrarse, completamente arrugada, antes de hora. Se agitó desesperada, y, algunos segundos más tarde, murió en la palma de mi mano.

Yo creo que este pequeño cadáver es el mayor peso que tengo sobre mi conciencia. Pues, hoy lo comprendo bien; forzar las grandes leyes es un pecado mortal. No debemos apresurarnos, no debemos impacientarnos. Seguir con confianza el ritmo eterno.

Alexis Zorba

“No debemos apresurarnos, no debemos impacientarnos”. La prisa, la ansiedad, la tensión nos incapacitan para vivir el presente en paz y poder gozar de cada acontecimiento; el paisaje y las personas pasan desapercibidos, la mente siempre está ocupada en lo que no está haciendo, sino en lo que va a hacer y como consecuencia surgen sentimientos de insatisfacción, ansiedad, enojo, temor y culpa.

Vivimos en la era de la tensión, de la enfermedad del corazón, de los nervios y de la presión arterial. “Los hombres no mueren de enfermedad, sino de combustión interna” (W.Muldoom) y así se va quemando la alegría, la inocencia y la actividad creadora.

El Royal Bank of Canada en una de sus cartas comerciales puso este título: “Calmémonos” Y seguía diciendo: “somos víctimas de una creciente tensión; nos es difícil relajarnos. Inmersos en la vorágine diaria no vivimos plenamente. Debemos recordar lo que Carlyle llamó “la supremacía de la calma del espíritu sobre las circunstancias”.

Necesitamos mucha calma, mucha paciencia para respetar el proceso normal de crecimiento de las cosas, animales y personas. El tiempo no se detiene, pero tampoco se debe apresurar. Los minutos van uno detrás del otro y así sucesivamente los días, los meses y los años. Hay que darle tiempo al tiempo, porque todo se debe hacer a su debido tiempo.

“Todo tiene su momento y todo cuanto se hace debajo del sol tiene su tiempo. Hay tiempo para plantar y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar y tiempo de curar; tiempo de destruir y tiempo de edificar; tiempo de llorar y tiempo de reir; tiempo de lamentarse y tiempo de danzar; tiempo de esparcir las piedras y tiempo de amontonarlas; tiempo de abrazarse y tiempo de separarse; tiempo de buscar y tiempo de perder; tiempo de guardar y tiempo de tirar; tiempo de rasgar y tiempo de coser; tiempo de callar y tiempo de hablar; tiempote amar y tiempo de aborrecer, tiempo de guerra y tiempo de paz” (Ec. 3.18)


Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD.


BELLEZA EN EL CORAZON



Una mujer preguntó a un filósofo: 
"¿Puede una mujer hacer feliz a un hombre?". "Puede intentarlo", dijo el filósofo, "pero para ello debe tener una serie de cualidades". 



"Dígame si las cualidades que yo creo son las que se necesitan y deme una puntuación a cada una de ellas". 

"Veamos" 
"Belleza física" "0"
"Simpatía" "0"
"Hermosura" "0"
"Belleza de corazón" "1"


"Pero doctor, la puntuación es 0001, 
tan baja que con ello y a pesar de 
esas buenas cualidades, una mujer 
no va a conseguir hacer feliz 
a un hombre", dijo la mujer.

"Efectivamente, pero si damos la vuelta 
a las cualidades y empezamos por la Belleza 
en el Corazón, obtendremos 1 
y si además es guapa, simpática y hermosa, obtendremos una puntuación de 1000; pero fíjese que la belleza, la simpatía y la hermosura no tienen ningún valor si van delante de la Belleza en el Corazón". 


A AMAR SE APRENDE AMANDO


         
        Jean Pierre Camus, obispo de Belley, cuenta una conversación que tuvo con san Francisco de Sales: “En una ocasión pedí al obispo de Ginebra que me dijera qué debía hacer para alcanzar la perfección. ‘Debes amar a Dios con todo tu corazón, respondió, y a tu prójimo como a ti mismo’. No le pregunté dónde está la perfección, sino cómo llegar a ella. ‘La caridad, respondió, es tanto el medio como el fin. La única manera por la que podemos alcanzar la perfección es, después de todo, la misma caridad… Así como el alma es la vida del cuerpo, la caridad es la vida del alma’.

‘Ya sé todo eso, repliqué. Pero lo que quiero saber es cómo uno ha de amar a Dios con todo su corazón, y a su prójimo como a sí mismo’. Y él nuevamente respondió: ‘Debemos amar a Dios con todo nuestro corazón y a nuestro prójimo como a nosotros mismos’. ‘No he avanzado nada, repliqué.  Decidme cómo debo adquirir tal amor’.            La respuesta del obispo fue muy sencilla: ‘Igual que a hablar se aprende hablando y a correr corriendo, se aprende a amar amando’”.
            
            No cabe duda de que el amor es un aprendizaje que requiere la gracia de Dios, pero también decisión y esfuerzo por parte de quien quiere amar.

            El amor es salud del alma, afirmaba san Juan de la Cruz. Quien ama tiene vida y comunica vida. El amor renace y tiene un gran poder de curación. El odio y el resentimiento sólo pueden destruir.

Jesús insistió en el mandamiento principal: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el más grande y primer mandamiento. El segundo, semejante a éste, es: Amarás al prójimo como a ti mismo”  (Mt 22,37-39).

Juan cita las palabras de Jesús durante la última cena con los discípulos a quienes amaba: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado” (Jn 13,34).  Y una vez más: “Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado” (Jn 15,12). Él, “habiendo amado a los suyos… los amó hasta el extremo” (Jn 13,1). “Nadie tiene amor mayor que el que da la vida por sus amigos”       (Jn 15,13).

           Pablo insistirá en la importancia del amor. “Si no tengo caridad, no soy nada”         (1 Co 13,2). Lo primero es el amor. Aunque entregue mi cuerpo a las llamas, aunque sepa todas las lenguas del mundo, aunque me desprenda de todo... si no tengo amor, que es Dios, todo es malgastar energías, que diría san Agustín.

Los santos han sido, esencialmente, personas que han amado. Descubrieron en el amor su vocación principal y optaron por el amor.

Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD.


miércoles, 23 de mayo de 2012

ESPIRITU SANTO, ALMA DE MI ALMA



Espiritu Santo, eres el alma de mi alma, te adoro humildemente.
Iluminame, fortificame, guiame, consuelame.
Y en cuanto corresponde al plan, 
Eterno Padre Dios, revelame tus deseos.
Dame a conocer lo que el Amor eterno desea de mi.
Dame a conocer lo que debo realizar.
Dame a conocer lo que debo sufrir.
Dame a conocer lo que con silenciosa modestia 
y en oracion, debo aceptar, cargar y soportar.
Si, Espiritu Santo, 
dame a conocer tu voluntad y la voluntad del Padre.
Pues toda mi vida no quiero ser otra cosa 
que un continuado perpetuo si 
a los deseos y querer del Eterno Padre Dios.

Amen.